Una
persona es enorme..., cuando habla de frente y vive de acuerdo con lo
que dice..., cuando trata con cariño y respeto..., cuando mira a los
ojos y sonríe con franqueza.
Pero
es pequeña..., cuando sólo piensa en sí misma y hace creer a los
otros que piensa en ellos..., cuando es poco gentil..., cuando no
colabora..., cuando abandona a alguien en el momento en más lo
necesitaba.
Una
persona es gigante..., cuando se interesa por tu vida..., cuando
busca alternativas para tu crecimiento..., cuando sueña junto
contigo..., cuando trata de entenderte aunque no piense igual que tú.
Pero
es pequeña..., cuando se deja regir por comportamientos clichés...,
cuando quiere quedar bien con todos..., cuando maneja a la gente como
un titiritero.
Una
persona es grande..., cuando perdona..., cuando comprende..., cuando
se coloca en lugar del otro..., cuando obra no sólo de acuerdo con
lo que esperan de ella sino con lo que espera de sí misma.
Pero
es pequeña..., cuando decepciona..., cuando hiere..., cuando actúa
con orgullo..., cuando no es solidaria..., cuando miente..., cuando
no sabe pedir perdón.
Una
persona es grande..., cuando sabe dar..., cuando no tiene miedo de
recibir..., cuando la caracteriza la alegría..., cuando enfrenta la
tristeza..., cuando domina la ira.
Pero
es insignificante..., cuando desprecia..., cuando olvida los
favores..., cuando sólo busca su brillo, sus intereses, su
bienestar. Y se empequeñece aún más..., cuando agrede..., cuando
falsea su testimonio..., cuando mata con maledicencia.
Una
persona es grande..., cuando extiende su mano..., cuando cierra su
boca y abre su corazón..., y cuando su sensibilidad es tan grande
como su tamaño...
Por
eso...
Si
te detuviste a admirar el increíble e interminable trabajo de una
simple hormiga...
Si
te asombraste e intentaste comprender la belleza admirable de un
panal de abejas...
Si
te detuviste para seguir la extraordinaria velocidad y la maravillosa
habilidad de un colibrí en vuelo...
Si
te sentaste en el suelo y ofreciste tu mano a un perro para que
pudiera lamerla...
Si
te recostaste sobre la hierba y te deleitaste con el perfume mágico
de una flor...
Si
en silencio escuchaste la voz de las eternas olas del mar...
Si
esbozaste en tus labios la misma sonrisa que viste en aquel niño...
Si
sentiste correr por tus mejillas las mismas lágrimas que viste
descender tristes, por la cara arrugada de aquel pobre viejo...
Si
sentiste todo eso...
...en
verdad has vivido intensamente cada instante de tu vida, lo cual
llenó de belleza tu alma, de amor tu corazón y, sobre todo...,
¡TE
CONVIRTIÓ EN UNA PERSONA MUY GRANDE!
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